La participación ciudadana

En tiempo de injusticia y desconfianza social generalmente, como ciudadanos, nos quejamos de los gobernantes, damos a conocer la inconformidad que tenemos y en los peores casos el odio extremo, si bien esto no tiene nada de malo, ya que expresarnos libremente es un derecho que tenemos como seres humanos. Sin embargo, dentro de toda esta nube de odio, indiferencia, quejas y apatía dejamos de lado nuestra participación ciudadana y su importancia dentro de la problemática social, ignorando así el hecho de que gracias a ella la sociedad toma voz propia.

Antes de continuar, hay que considerar que la participación ciudadana es un pilar que conforma la democracia, entendiendo el concepto como:

“la intervención organizada de ciudadanos individuales o de organizaciones sociales y civiles en los asuntos públicos, que se lleva a cabo en espacios y condiciones definidas, esto es, en interfaces socioestatales4 (Isunza, 2006) y que permiten el desarrollo de una capacidad relativa de decisión en materia de políticas públicas, control de la gestión gubernamental y/o evaluación de las políticas públicas a través de diversas formas de contraloría ciudadana” (Olvera, 2007: 26-27).

Ahora bien, conociendo ampliamente el concepto nos atrevemos a decir que uno de los errores más comunes es cuando limitamos la participación ciudadana, un ejemplo de esta limitación es cuando decimos que con el simple hecho de ir a votar ya hicimos válida nuestra participación, y por supuesto que sí, votar es de suma importancia al momento de elegir a nuestros representantes, sin embargo existen más formas de participación.

El primer paso es tomar en cuenta las cuestiones públicas e involucrarnos en ellas como también conocer más sobre las organizaciones dedicadas a incentivar la participación ciudadana. Pero, ¿por qué? de antemano si estamos más involucrados en los asuntos públicos tendremos un gran interés en conocer lo que nuestros gobernantes están haciendo con los compromisos que firmaron y al mismo tiempo podremos proponer con respeto nuevas acciones en caso de que algo no se esté cumpliendo.

A todo esto te preguntarás, ¿qué gano yo con esto? El simple hecho de  organizarnos como ciudadanos responsables nos ayudará a juntos construir una mejor sociedad, con mejores ciudadanos y mejores gobiernos. Dicho de otra manera: odiar no es la solución a la corrupción o a las problemáticas que como ciudadanos nos afectan. Unirnos, participar y trabajar con quienes estén dispuestos a ayudar, sí.